Del 13 de junio de 2013 al 8 de septiembre de 2013.
Al acercarme a la obra de Pepe Duarte me encuentro con un entramado expresivo muy personal, que desprende sinceridad y pasión. Su forma de presentar las diferentes épocas en que este artista vive España, desde dentro, y con una visión adquirida en el extranjero, lleva al espectador a reflexiones sociales.
Pepe Duarte, en París, dentro del Equipo 57, y también, algunos años antes, ejerce la pintura geométrica. Es un pionero en abstracciones líricas. Sus años en París le aportan una experiencia decisiva, un bagaje que impregnará toda su vida. Allí conoció a Picasso, allí estuvo junto a aquellos que perdieron la guerra. Allí desarrolló un agudo sentido de la solidaridad. Desde allí junto a sus compañeros del Equipo 57, observó, en la distancia, la escena española.
Cuando decide volver y hacer su lucha desde dentro, deja entrever en su pintura el cambio absoluto. Ese pintor abstracto y geométrico, necesita la figuración para contar historias de campesinos. Niños que juegan, ciudades sórdidas… y fábricas.
Desde Estampa Popular, desarrolla un discurso que le acompañara durante varias décadas.
La pintura de Duarte aproxima al espectador a la postguerra.
Esto me ha motivado a incluir reflexiones de acontecimientos históricos, internacionales, nacionales, tremendos o paradójicos. Algunos nada tienen que ver con los temas de los cuadros, otros sí.
No es mi intención crear un relato universal. Es reflexionar en acontecimientos mundiales de ciertas épocas, simultáneos a los tiempos en que Duarte nos cuenta cosas. Cosas de su entorno, de sus preocupaciones o de sus disfrutes. Ante todo, sinceras.
En algunas de la obras vemos a la España que se va, vestida de negro, de espaldas, y a la generación futura, que viene, que mira de frente.
En el infinito, los cielos y su luz se alternan con los edificios nuevos, impersonales, de esas ciudades dormitorio que han conformado el crecimiento de la economía española.
En muchos cuadros vemos niños. Están jugando, mirando, gritando. Estas obras nos muestran la educación de la época, representada por las monjas.
En otras obras, como testimonios pintados con el corazón, se puede sentir el cambio de España a partir de 1981. A partir de estos años, Duarte alegra su paleta, y cambia su escenario. Nos muestra también la ilusión de sus habitantes, sus esperanzas, sus momentos de ocio, y se acerca a los nuevos realismos que empezaron a asomar en California.
Es, en definitiva, José Duarte, un autor que pinta desde las entrañas. Comprometido con las causas sociales, convierte en protagonistas de sus creaciones a aquellos más desafortunados, o a objetos simples y cotidianos, pero tiene una etapa en su vida en que nos presenta la alegría de vivir. Nada de lo humano le es ajeno. Incluso un zapato.
Angustias Freijo